sábado, 22 de enero de 2011

Cuando desapareció la inocencia y decidimos pontificar

La verdad no me dí cuenta hasta mucho después. El mundo, mi mundo, había cambiado y yo con él pero no lo había notado.
Lo supe cuando al mirarme en el espejo solo vi una carcasa hueca que no reconocía, como si de una marioneta se tratara y me dije a mi mismo "esto hay que cambiarlo" y no supe como hacerlo.
El tiempo pasa y los años de juventud inocente quedaron atrás, ahora sabemos de que va la vida. Conocemos el mundo, y conocemos sus reglas. Algunos las hemos asumido y otros siguen luchando y nadando contracorriente (bien por ellos) pero lo que no podemos negar es que nuestra mirada está llena de cicatrices. Las visibles son aquellas que todo el mundo nota, se conocen como "personalidad" y las invisibles son las que solo unas cuantas personas (en ciertos casos nadie) nota pero que forman tu "personalidad".
Llegado hasta aquí parece una contradicción lo que acabo de decir pero para mi no lo es y puesto a pontificar... allá vamos...
Personalidad son nuestros genes más lo que nos va ocurriendo a lo largo de la vida. Cuantas más cosas te ocurren menos importancia tienen los genes. En un intento de ordenar el mundo los que te conocen tratan de explicar tu comportamiento en base a lo que conoce de ti, es decir, tus cicatrices visibles y a menudo olvida lo que no sabe, las cicatrices ocultas. Estas cicatrices modelan la "personalidad" mucho más porque son aquellas inconfesables, aquellas que por una razón u otra mantenemos en la oscuridad de nuestra alma.
Por eso cuando nos acerquemos a una persona no debemos interpretar lo que sabemos sino preguntarnos que es lo que nos queda por averiguar. Eso nos dará una visión mas completa de su personalidad hasta llegar a descubrir que, como decía Descartes, en el fondo solo sabemos no sabemos nada (de nadie).

miércoles, 12 de enero de 2011

Ilusión

Dice el dicho que "de ilusión también se vive".
El imaginario popular rara vez se equivoca. Sin embargo, a mi modo de ver, en este caso ni se acerca a la verdad. La ilusión no es un sustitutivo de la realidad, sin ilusión por nada NO se vive. Estas muerto.
Es posible tenerlo todo en la vida y perder la ilusión por todo, en ese caso serás infeliz cada segundo de tu existencia.
En este momento, será por cansancio (quién sabe) no tengo ilusión por nada.
Busco ese chispazo de energía, esa punzada en la base del cráneo, ese hormigueo en el estomago, esa ensoñación previendo lo que aún no ha llegado.

Necesito encontrar mi ilusión.
Buscaré pero no tengo ilusión por encontrar mi ilusión.

miércoles, 5 de enero de 2011

Hoy lloré

Hoy a las 20:30 lloré.

Lloré por el pasado, por lo que he perdido, por el abrazo que jamás se repetirá, por el beso que no volveré a dar. Lloré por el presente, por la puesta de sol que no estaba presenciando, por la caricia que no estaba sintiendo, por el leve roce de unos labios que no besaban los mios. Lloré por el futuro, por esos ojos que no me mirarán con ternura nunca más, por esa voz que no contará más secretos, por esos labios que no volverán a decir "Te quiero, te he echado de menos"
Hoy a las 20:30 lloré.
Lloré por dentro y por fuera, de una forma callada, en silencio, en la oscuridad de mi casa mientras el sol se ponía en el oeste de Madrid.
Lloré como un niño pequeño, con rabia y con desesperación por la oportunidad perdida y por la falta de fé en un futuro.
Hoy lloré como solo un corazón roto puede llorar.

martes, 4 de enero de 2011

martes 26 de mayo de 2009
Uno

Desperté sobresaltado. Todavía era de noche y la luz de la farola que el ayuntamiento había colocado junto a la ventana se colaba hasta la habitación creando fantasmas amarillentos en las paredes. La respiración de ella mostraba que seguia durmiendo plácidamente. "Hoy no podrá decir que mis ronquidos no la han dejado dormir", pensé. Me dolía la espalda como era constumbre últimamente. "Me hago viejo" me dije a mi mismo. Me levanté y alcancé el baño, la luz blanca de los halogenos me deslumbró obligandome a cerrar los ojos. Ni siquiera cerré la puerta, costumbre de vivir solo. Cuando por fín pude abrirlos el reflejo del espejo me devolvió mi imagen despeinada, las ojeras parecian dos puñetazos y el tatuaje de mi pecho parecía más feo que de costumbre. "A mí me gusta" ese pensamiento me devolvió a la realidad. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué momento toda mi vida se había salido de los railes bien definidos de la normalidad? ¿Cuando me volví loco? ¿Qué veía la muchacha que dormía en mi cama en este saco de huesos?. Apreté el puño y me dí cuenta de que apenas notaba la mano derecha. "Maldita esclerosis", murmuré y metí la cabeza bajo el grifo para despejarme esperando que al sacarla todo hubiera acabado. La sensación de falta de aire controlada era en cierto modo agradable y logró que mi cerebro se despertara completamente. Cuando levanté la cabeza lo ví. Me miraba por encima del hombro, estaba colocado justo a mi espalda. Me giré rapidamente cerrando la mano preparado para golpear al intruso que se había colado en mi casa pero en el marco de la puerta del baño no había nadie. Con el corazón latiendome a mil por hora me volví hacia el espejo y ahi seguía él. Llevaba un traje negro, una capa también negra le cubría los hombros y el sombrero de tres picos verde oscuro ocultaba en parte una media melena blanca. Ocultaba la cara con una mascara veneciana con larga nariz y una inquietante mueca a modo de sonrisa sarcástica. "Has venido a llevarme" musité. El extraño contestó "Sí" y todo quedó sumido en las tinieblas. Desde el piso de arriba, y amortiguada por las paredes, se colaba una canción

sábado, 1 de enero de 2011

Zuzto...

Es curioso que existan cosas que quieras hacer, que lleves mucho tiempo planeándolas, y anticipando su desarrollo y al final, en el ultimo momento... TE ACOJONAS. Te asustas, te dan zuzto... Eso deja un regusto a fracaso, aunque quizás has hecho lo correcto, aunque quizá todo el mundo te habría recomendado seguir la ruta que al final has llevado... pero tu querías (quizás) hacer el mal y te ha dado zuzto, y has tenido miedo de las consecuencias.
Eso quiere decir dos cosas, que no solo eres un cobarde que no es capaz de arriesgarse por lo que quiere, sino que además no eres buena persona (como todo el mundo cree) sino que solo lo aparentas.
Y esto me lleva a pensar, ¿son las buenas personas realmente así, o lo son porque tienen miedo a las repercusiones? (sean cual sean estas). Cuantas personas se abandonarían a sus deseos (como yo quería hacer) y no lo hacen porque la posible repercusión (posible, no segura) les aterra tanto que no les da la valentía para hacerlo.
¿Cuantos harían lo que Dionisos les pide si no fuera que la culpa cargaría su alma con una piedra? (otra más)
¿Cuantas de las cosas que hacemos son decisiones realmente nuestras y no impuestas por un sentimiento de culpa arraigado de tal forma que ya no somos conscientes de que existe?
¿bajamos la tapa del water porque hay que bajarla o porque nuestra madre nos dijo tantas veces que la bajasemos que ya no recordamos el miedo que teníamos a las consecuencias de no hacerlo?
¿cuantas de nuestras costumbres de comportamiento son solo miedos a las repercusiones ya olvidadas?
¿cuanto soy yo y cuanto mi educación?
Ahora mismo no lo sé, no sé si soy buena persona o simplemente marcaron muy bien las consecuencias fatales de los actos malvados.