martes, 4 de enero de 2011
martes 26 de mayo de 2009
Uno
Desperté sobresaltado. Todavía era de noche y la luz de la farola que el ayuntamiento había colocado junto a la ventana se colaba hasta la habitación creando fantasmas amarillentos en las paredes. La respiración de ella mostraba que seguia durmiendo plácidamente. "Hoy no podrá decir que mis ronquidos no la han dejado dormir", pensé. Me dolía la espalda como era constumbre últimamente.
"Me hago viejo" me dije a mi mismo. Me levanté y alcancé el baño, la luz blanca de los halogenos me deslumbró obligandome a cerrar los ojos. Ni siquiera cerré la puerta, costumbre de vivir solo. Cuando por fín pude abrirlos el reflejo del espejo me devolvió mi imagen despeinada, las ojeras parecian dos puñetazos y el tatuaje de mi pecho parecía más feo que de costumbre. "A mí me gusta" ese pensamiento me devolvió a la realidad. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué momento toda mi vida se había salido de los railes bien definidos de la normalidad? ¿Cuando me volví loco? ¿Qué veía la muchacha que dormía en mi cama en este saco de huesos?.
Apreté el puño y me dí cuenta de que apenas notaba la mano derecha. "Maldita esclerosis", murmuré y metí la cabeza bajo el grifo para despejarme esperando que al sacarla todo hubiera acabado.
La sensación de falta de aire controlada era en cierto modo agradable y logró que mi cerebro se despertara completamente.
Cuando levanté la cabeza lo ví. Me miraba por encima del hombro, estaba colocado justo a mi espalda. Me giré rapidamente cerrando la mano preparado para golpear al intruso que se había colado en mi casa pero en el marco de la puerta del baño no había nadie. Con el corazón latiendome a mil por hora me volví hacia el espejo y ahi seguía él.
Llevaba un traje negro, una capa también negra le cubría los hombros y el sombrero de tres picos verde oscuro ocultaba en parte una media melena blanca. Ocultaba la cara con una mascara veneciana con larga nariz y una inquietante mueca a modo de sonrisa sarcástica.
"Has venido a llevarme" musité.
El extraño contestó "Sí" y todo quedó sumido en las tinieblas.
Desde el piso de arriba, y amortiguada por las paredes, se colaba una canción
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